La música y la ilustración
- Alexandra Vergara / FES Aragón
- 23 may 2016
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La historia no es muda, suena, sabe y huele, otra cosa es que nosotros acabemos siempre por utilizar los acontecimientos políticos como guión. Si describiéramos nuestro tiempo con la fecha del nombramiento de nuestro actual presidente y su nombre poco diríamos de nosotros. No penséis que cuando lo hacemos con un acontecimiento de hace doscientos años la cosa mejora. Conviene por ello añadir ingredientes, a veces mucho más elocuentes que las fechas, los nombres propios y los conceptos vagamente definidos.
La época que estamos estudiando y que corresponde a las postrimerías del siglo XVIII es en música el tiempo del clasicismo. El clasicismo, correspondería en arquitectura al neoclasicismo, una vuelta a la estética de la arquitectura griega y romana descargada de los excesos del barroco.
En música los nombres de Haydn y de Mozart están asociados a ese periodo. Fueron hombres de su tiempo, por ejemplo a Mozart querer vivir libre, sin los patrocinios
de los nobles al modo que lo habían hecho siempre los artistas en el Antiguo Régimen, le condenó a morir en la miseria. A pesar de ello, y por lo que sabemos de su vida Mozart estuvo atento a las corrientes de pensamiento de su tiempo. Fue miembro de la masonería, una organización que en su tiempo agrupó a buena parte de los hombres que esperaban el amanecer de un mundo nuevo basado en la razón, la libertad y el conocimiento. Una de sus óperas más conocida, La Flauta Mágica, arrastra buena parte de las dudas de la vinculación de Mozart con este movimiento, pero también es una expresión metafórica de los que suponía, no sólo la iniciación masónica (como dice la leyenda bastante fundada) sino también las ideas de ilustración de su tiempo.
