La pintura manierista
- Jessica Salas / Fes Aragón
- 23 may 2016
- 5 Min. de lectura
El origen del término se encuentra en la expresión italiana de crear arte “alla maniera di”, es decir, pintar, esculpir o construir a la manera de los tres grandes maestros del Cincuecento, pero amanerando y exagerando su estilo y sobre todo exagerando los elementos finales de cada uno de estos maestros, los elementos anticlásicos. Refleja la crisis cultural del clasicismo. Es un arte refinado, ingenioso, minoritario y cortesano. Refleja también el antivitalismo de una época, acentúa un despliegue de fuerzas pero sin vigor espiritual: son figuras que trabajan mucho para no hacer nada. El manierismo se caracterizará por la liberación del culto a la belleza clásica, a la serenidad y a la claridad del Cincuecento, por un alejamiento de la realidad, ya que las obras reflejan una tensión interior que terminan en el irrealismo y la abstracción. Por tanto, es un arte intelectual, refinado, cortesano, que no tuvo expansión en las clases populares, quedando reducido a ciertas élites.
En pintura sorprende la arbitrariedad en el uso del color y de las proporciones. Éstas se alteran a voluntad, el alargamiento de las figuras es una constante. Se prefieren los trazados serpentiformes, los abundantes y tensos escorzos, la distorsión y dislocamiento como forma de expresar una dramática escisión entre la conciencia y el mundo. Por tanto, el dibujo es deformador de la realidad, el dibujo es sofisticado y artificioso para acentuar los gestos y los escorzos. Los colores sólo sirven para modelar, no para decorar. Se prefieren colores molestos, agrias combinaciones de azul y verde, diferentes amarillos sucios, es decir, colores inarmónicos, ácidos y fríos, todo lo contrario al suave colorido del Renacimiento clásico. Otra característica es la angustia del espacio. Se descompone el espacio racional clásico y se desequilibra. Aparecen zonas muy vacías junto a zonas muy llenas, composición irregular y descompensada, sin ejes de simetría. Las figuras, como en la escultura, están constreñidas por marcos estrechos, lo que acentúa las expresiones angustiadas. Estas figuras presentan una gran inestabilidad, no están en reposo pero tampoco en movimiento. Están en un equilibrio inestable, a punto de caerse.
Las innovaciones manieristas de la pintura italiana de la segunda mitad del siglo XVI presenta tras focos básicos: Florencia, Parma y Venecia.
A) Florencia
Aquí se plasma con minuciosa exactitud la pompa cortesana, llegando lo artístico a convertirse en artificioso y extremadamente refinado.
Andrea del Sarto adopta de Leonardo el sfumato, pero también tiene elementos miguelangelescos. A pesar de hacer composiciones clásicas (piramidales), la actitud de algunos personajes, vueltos sobre sí mismos, y un halo de inquietud y misterio lo acercan al manierismo. Destacable es su obra Madonna de las Arpías.
Jacopo Pontorno es discípulo de Andrea del Sarto, y es el ejemplo perfecto del manierismo. Rompe la unidad de acción del cuadro, factor exigido en la composición clásica, mediante el desarrollo de varias escenas simultáneas, como en su obra Vida de José. Sus figuras son alargadas, de expresión alucinada y actitudes forzadas, creando una atmósfera de misterio inquietante. Otra obra es el Descendimiento de la cruz.
Bronzino fue discípulo de Pontorno, siendo un retratista singular (Retrato de Lucrecia Panciatichi), pero buscando la abstracción y el distanciamiento del retratado. Compone sus escenas con una extraña frialdad, como si los cuerpos fuesen de materia dura (mármol, marfil o porcelana), retorciendo las formas sobre sí mismas, esforzadas actitudes, potenciando el dramatismo miguelangelesco (Alegoría del amor).
En Roma destacan los seguidores de Miguel Ángel, como Vasari y Daniel Volterra, que toman motivos del maestro y los someten a infinidad de variaciones y distorsiones.
B) Parma
En el apogeo del manierismo, se desarrolla en la corte de los Farnesios un grupo de artistas de gran personalidad.
Correggio fue un maestro del escorzo, aprendiéndolo, así como los alardes de perspectiva, de Mantenga y, al conocer el arte de Leonardo, funde ambas experiencias consiguiendo un modo personalísimo de disolver las figuras en el espacio y conseguir la sensación de ingravidez y de vuelo (Ganímedes; Júpiter e Io, Leda y el cisne). Dotado de una extraordinaria sensibilidad y delicadeza casi femeninos, es el pintor de la gracia. Sus niños y adolescentes, se sonrisa insinuantes, y sus figuras femeninas, de blanda sensualidad, reflejan un mundo de placer, refinado sin igual (Virgen del Este). Como pintor al fresco de cúpulas, es un precursor del barroco, por su dinamismo y sentido de la profundidad espacial (Cúpulas de la Iglesia de San Juan y de la Catedral de Parma).
Parmigianino fue discípulo de Corregio, desarrollando originales experiencias en el retrato, en consonancia con el libre juego de la perspectiva y proporción que adoptan los manieristas. La sensualidad de Corregio se convierte en él en algo voluntariamente artificioso y casi histérico. Las formas se alargan desmesuradamente y un tono de refinadísima afección llena sus obras, de elegancia cortesana y artificio distanciador, servido con un colorido exquisito y una técnica perfecta. Su obra más claramente manierista es su Madonna del cuello largo. La deformación aquí es total y producida principalmente por el dibujo. El niño esta ridículamente alargado y la figura de la Virgen es lo más anticlásico que existe, de cabeza pequeña, cuello desmesuradamente largo y un cuerpo que se agranda progresivamente y vuelve a disminuir en forma de rombo. A la derecha hay un montón de gente y a la izquierda un paisaje infinito y desierto de gente. El punto de vista es muy bajo y así la Virgen aparece monumental ocupando todo el cuadro, como si no tuviera suficiente espacio. La línea serpentinata aparece en el niño y en la Virgen. El concepto de este cuadro era muy revolucionario, sobre todo cuando la gente aún estaba acostumbrada a las formas renacentistas. El color, el dibujo, la composición, todo en esta obra es manierista.
C) Venecia
A pesar de mantenerse al margen de los cambios socioeconómicos y la crisis de la segunda mitad del siglo XVI, y mantener una pintura serena y equilibrada, en Venecia también se puede apreciar el nerviosismo y el desasosiego del manierismo enJacobo Tintoretto. Gran admirador de Miguel Ángel, fue maestro de las luces violentas, de los contrastes de luz y sombra, de los escorzos, del movimiento tenso, inestable, del paisaje romántico, de la profundidad obtenida mediante la alternancia de diferentes intensidades lumínicas, anticipando alguno de los valores del Barroco, además de ejercer una gran influencia en El Greco. En su obraTraslado del cuerpo de San Mateo (ver imagen de inicio de entrada)el fondo arquitectónico sólo es insinuado en trazos esquemáticos. Se trata de un marco irreal, imaginario y sorpresivo. Hay un cielo de tormenta aborrascado, figuras que huyen de algo frente a las centrales. El colorido es manierista, el cuerpo de cara al espectador siguiendo el gusto manierista, en posición inestable, y todas las figuras concentradas en el lado derecho.
En El lavatorio de los pies elige lo más trivial, cuando Cristo lava los pies a sus discípulos. Sitúa a Cristo a un lado para hacerle perder importancia. Esto supone un cambio iconográfico muy peligroso. En el centro coloca un perro, que es un detalle manierista. Ocupa el espacio de una manera desigual. Hay una gratuidad de movimientos y una movilidad muy manierista. Frente al gran vacío, sitúa la mesa en perspectiva y al fondo arquitectura clásica con una perspectiva muy exagerada.
Otro pintor italiano muy manierista es Giuseppe Arcimboldo, aunque realizó la mayor parte de su producción en la corte de los Habsburgo en Praga, al servicio de los emperadores Maximiliano II y Rodolfo II. Sus obras son muy manieristas, destacandos sus "caprichos" alegóricos, cuadros en los que las naturalezas muertas, los conjuntos de flores, frutas, mariscos o peces, crean figuras simbólicas. En efecto, son retratos pre-surrealistas de cabezas humanas hechas de verduras, frutas y raíces que forman una imagen simbólica y que, aún hoy, crean gran fascinación.
Otro pintor italiano muy manierista es Giuseppe Arcimboldo, aunque realizó la mayor parte de su producción en la corte de los Habsburgo en Praga, al servicio de los emperadores Maximiliano II y Rodolfo II. Sus obras son muy manieristas, destacandos sus «caprichos» alegóricos, cuadros en los que las naturalezas muertas, los conjuntos de flores, frutas, mariscos o peces, crean figuras simbólicas. En efecto, son retratos pre-surrealistas de cabezas humanas hechas de verduras, frutas y raíces que forman una imagen simbólica y que, aún hoy, crean gran fascinación.
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